Si alguna vez ha caminado por Machu Picchu, ha escalado el Kilimanjaro o incluso ha esquiado algunas pendientes particularmente intensas, puedes estar familiarizado con el mal de altura. Es una dolencia común: los estudios muestran que el 25 por ciento de las personas muestran signos de ello en elevaciones tan bajas como 8,000 pies. En su forma más benigna, el mal de altura puede frenar sus planes de vacaciones. En manifestaciones más severas, puede ser debilitante y algunas veces mortal. Si planea viajar a elevaciones más altas, asegúrese de saber cómo prevenir y tratar el mal de altura.

¿Qué es el mal de altura?

La frase “mal de altura” es un término general para varias variedades de enfermedades. Sin embargo, la causa principal es la misma: falta de oxígeno en las elevaciones altas. Los síntomas varían, pero pueden incluir dolor de cabeza, pérdida de apetito, vómitos, diarrea y dolor abdominal, que pueden durar desde 12 horas hasta cuatro días.

¿Cuáles son los diferentes tipos?

El mal de altura se divide típicamente en tres síndromes distintos:

  • Enfermedad de montaña aguda (AMS, por sus siglas en inglés): considerada la forma más común, la AMS involucra los síntomas que las personas generalmente asocian con el mal de altura y la resaca: dolor de cabeza, fatiga, pérdida de apetito, náuseas y vómitos ocasionales. Los síntomas generalmente se resuelven dentro de las 24 a 72 horas de la aclimatación.
  • Edema cerebral de gran altitud (HACE): siel AMS progresa, puede convertirse en HACE, lo que implica la acumulación de líquido en el cerebro. Los síntomas incluyen dolor de cabeza, mareo, visión borrosa y desorientación. Aunque una estrategia de prevención y tratamiento importante es la hidratación, las personas con formas más graves de mal de altura a menudo no pueden retener el agua. HACE es raro pero potencialmente fatal, y puede llegar a ser mortal en tan solo unas horas. El descenso es el único tratamiento real.
  • Edema pulmonar de gran altitud (HAPE, por sus siglas en inglés): el HAPE generalmente ocurre en elevaciones más altas e involucra una acumulación de líquido en los pulmones. El HAPE puede sucederle a cualquier persona a una altura superior a 8,000 pies. Incluso los atletas experimentados pueden experimentarlo, por lo que si bien la preparación y el entrenamiento son importantes, no hay garantías. Los síntomas leves pueden incluir tos seca y dificultad para respirar después de un esfuerzo leve, pero los tipos más graves de HAPE incluyen dificultad para respirar en reposo, confusión y fiebre. La única forma de aliviar HAPE es descender: el oxígeno y el descenso son esenciales para salvar vidas.